Después de meditarlo y saber que había cumplido uno de mis tantos sueños que era esa camioneta, decidí que era tiempo de un cambio y comencé a buscar algo más pequeño y más deportivo, que me hiciera sentir renovada.
Fue entonces cuando camino de regreso de mis clases de maestría, vi un hermoso JUKE de Nissan; me impactaron sus múltiples faros, en ese momento como cualquier mujer me obsesioné con él.
Al día siguiente comencé a buscar precios, y consultar los reviews y toda la información pertinente para tomar esa decisión, que dado el monto de la compra debía meditarse muy bien.
Un domingo acudí a la agencia más cercana a mi domicilio y cuando quise conocer el auto por dentro y estar en contacto directo con el mismo, me tope con una desagradable experiencia.
Uno de los vendedores estaba sentado sin hacer NADA y le dije que deseaba conocer el auto y respondió: -Adelante vaya y súbase, conózcalo- , hice lo propio el vendedor jamás me acompañó y nadie se ocupo de darme un servicio de venta.
Lo peor estaba por venir, cuando me acerqué al auto de mis sueños me di cuenta de que estaba cerrado, por lo que tuve que regresar al escritorio de tan “amable” vendedor y comentarle: -disculpe pero el auto está cerrado-, a lo que me respondió- levantando la cabeza para verificar qué auto es el que me interesaba; y me comentó- ¡ah es que esos autos de afuera están cerrados y en domingo no tenemos las llaves-
Yo no sabía qué sentir, al final acudí a otra agencia y compré el auto de mis sueños, la reflexión es: existen un gran número de vendedores y de empresas que están desesperadas por vender y la verdad es que sí hay miles de consumidores listos para comprar sus productos y servicios pero en definitiva existe una carencia gigantesca en la actitud de servicio.
Al final estoy convencida de que NO VENDEN PORQUE SIMPLEMENTE NO QUIEREN.

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