Recordar es vivir, por eso mismo suspiramos los profesionales de la publicidad cuando recordamos aquel simple y efectivo ciclo (que duró casi 100 años) para que nuestros productos llegaran al cliente: Realizabas tus actividades cotidianas, en determinado momento dentro de tu periódico favorito, en el corte de tu programa de tv preferido aparecía un spot, detenía la continuidad de tu actividad, ponías atención y listo, podías continuar.
Todo parecía marchar bien hasta la llegada de la PC como herramienta cotidiana de trabajo, fue ahí que aparecieron los banners, pero si los ponías discretos y pequeños nadie les daba click; por el contrario si “atascabas” tu web de banners invasivos la gente no regresaba (curioso que hoy muchas páginas sigan haciéndolo). De a poco comenzamos a tener una relación buena entre banner y usuario, hasta que llegaron los teléfonos móviles, pero imagina, si un banner en la pantalla de la computadora era molesto, en el celular era inaceptable.
Las formas de cómo lograr enganchar a tu cliente no tenían otro destino y ese era “estar dentro del celular”, hoy lo conoces como app. En 2009 empresas como Coca-Cola comenzaron a realizar este tipo de publicidad y lo sabes perfecto, si lo hace la compañía GRANDE más vale que tu empresa lo haga, así fue como nos inundamos de aplicaciones y el cliente se dio cuenta que muchas eran basura.
En pleno 2014 los mercadólogos siguen sin entender que si en el plan de medios existe la creación de una app, es porque será 100% útil al cliente, que sea un must de la vida diaria, es decir ser una de las 30 apps que en promedio un cliente regularmente usa.
Sigues con la idea crear una app y suponiendo que la harás verdaderamente útil, es ahí cuando la publicidad puede entrar en sin ser molesta. El marketing digital literal nos hace olvidar la típica frase “La mercadotecnia crea nuevas necesidades”, mejor opta por cubrir y de buena manera una existente.
La app te servirá para mantener cliente y no para “ganar” nuevos.
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